Entrevista con este titular (comentario: es divertido por inteligente)Marta Sanz, escritora, nacida en Madrid en 1967 fue finalista al Premio Nadal en 2006, premio Ojo Crítico de Narrativa y ganadora del premio Vargas Llosa de Relatos 2006. con su cuento “Regalos“. Doctora en Literatura Contemporánea por la Universidad Complutense de Madrid, su carrera literaria le llevó a publicar El frío. Madrid: Debate, 1995. Lenguas muertas. Madrid: Debate, 1997. Los mejores tiempos. Madrid: Debate, 2001. Premio Ojo Crítico de Narrativa. Animales domésticos. Barcelona: Destino 2003. Susana y los viejos. Barcelona: Destino, 2006. Finalista del Premio Nadal. La lección de anatomía. Barcelona: RBA, 2008. Aparte de su obra como novelista, también ha escrito cuentos y ensayos, ha ejercido la crítica literaria en distintos medios, es profesora de la Universidad Antonio de Lebrija de Madrid. Ha sido redactora jefe de la revista literaria Ni hablar y colaboradora en distintas publicaciones periódicas, ABC , Escuela de Noche o Viento Sur. Colabora habitualmente con crónicas de viajes en el suplemento El Viajero de El País.
"los personajes ricos tienen busto o senos y los personajes pobres tienen tetas"
Link: http://www.literaturas.com/v010/sec0605/entrevistas/entrevistas-03.htm
El libro de la mujer fatal (presentado en Madrid en Noviembre de 2009)
Algunos párrafos de Lección de Anatomía:
COMENTARIO
Hay que ojear los libros para decidir qué comprar y leer. Éste lo leo pese a que la crtítica ha sido desfavorable. El haber de la graduación de las lentes de mis gafas está cargado por letras, palabras y párrafos de libros muy recomendados por expertos y la crítica, que al cerrarlos (con algunos no llego ni al final) afirmo : ¡pobretes, ellos tendrán que comer también! En fin, más de lo mismo. Éste lo leeré porque fui docente y hoy me muestro abierta a recibir una lección.http://www.rebelion.org/noticia.php?id=68398
La infancia no son recuerdos de un patio de colegio ni el lugar donde la libertad se manifiesta de forma auténtica porque la inocencia del niño no la ha corrompido todavía. Esas cosas no existen. Nadie escapa del inconsciente capitalista y mucho menos en la infancia.
Los pupitres de mi clase se distribuyen en tres filas. Son pupitres de dos y la figura de la compañera forma parte de la identidad. Los pupitres de delante están ocupados por las niñas más listas y el hecho de estar ubicadas en los primeros puestos de la fila junto a la ventana, de la fila central o de la fila más próxima a la puerta también tiene su importancia. La fila más prestigiada es la que está junto a los ventanales; la central es la fila del prestigio medio; la de al lado de la puerta, incluso en los pupitres más próximos a la pizarra, es una pila puesta en entredicho. Es decir, el caché por ocupar el tercer pupitre de la fila de la ventana es más alto que el de ocupar la primera mesa de la fila de la puerta (…). Los últimos pupitres de la fila de la puerta son para las condenadas. No saberse un día la lección implica que, si la señorita no está de humor, puede obligarte a cambiar de asiento (pág. 71).
El aula es una «sociedad perfectamente articulada» (pág. 82), una jerarquía claramente definida por méritos escolares –saberse la lección-; no someterse a ello implica un descenso social en sus estructuras. La escuela enseña, en tanto que aparato ideológico, a conservar el status de clase:La posición del pupitre marcaba el estatus cotidiano, el valor real de las alumnas no sujeto a azares. La fila podía entenderse como un juego; ocupar tu pupitre con puntualidad, conservarlo, no era un juego: era una cuestión de clase (pág. 71)
Lo que menos importa es adquirir habilidades o conocimientos, lo verdaderamente importante es hacerse con «una posición dentro del grupo, afianzar una jerarquía» (pág. 43). La escuela reproduce la lucha por el símbolo de poder, representado por el orden de los pupitres. Pero, además, estos signos de clase transcienden las paredes de las aulas y determinan en gran medida el destino social del alumnado. Quien en la escuela logre sobreponerse y optar a una situación de privilegio, significará que en la vida adulta pondrá igualmente someterse a la ideología dominante y ocupar, por consiguiente, un puesto de prestigio. Ciertamente, habrá sido educado para ejercer la práctica del dominio. Por el contrario, las de la última fila son carne de clase obrera, destinadas a la servidumbre en empleos precarios y carentes de formación:Bárbara, María Luisa, Mari Carmen [las niñas que ocupaban las últimas filas] serían las señoras que limpian el portal y ni siquiera eso llegarían a hacerlo bien; sería las putas que se dejarían manosear la carne por debajo de la ropa en un descampado, por sucias, porque se tenderían sobre el colchón como si no fueran ellas, por tontas, por indignas. Ninguna de nosotras, las de la posición de privilegio, las seis o siete primeras posiciones de la clase, estábamos dispuestas a ponernos en el lugar de las rezagadas; ignoro qué pensarían las masas medias sobre esta cuestión (pág. 71).
No puedo creer que Yolanda no sepa la respuesta, no me quiero hacer ilusiones, pero comienzo a sentir que se me seca la boca, que el corazón me machaca la caja del pecho, que se me mueve una rodilla y que mi cuerpo se va inclinando hacia delante, destacando de la fila e indicando a la maestra que yo me sé la respuesta (pág. 43).
Finalmente Yolanda no responde y defrauda a la profesora. Marta contesta con acierto, lo que le recompensa con el deseado medro: «Dola Angelita me felicita y me coge del brazo para que supera a Yolanda y ocupe el primer puesto» (pág. 43).El aprendizaje de habilidades es, a la vez, una educación de clase. Según datos y estadísticas que saca a colación Álvaro Marchesi en un ensayo sobre los problemas en el ámbito educativo, la posición política de los alumnos se radicaliza en aquéllos con peor expediente:Los alumnos con peores calificaciones tienen una tendencia a asumir posiciones y valores extremos, distintos al sentir mayoritario de la sociedad. Esta radicalización puede ser debida a su insatisfacción con la institución educativa y, por extensión, con todo aquello que intenta transmitir: participación, democracia, moderación y tolerancia3.Claro que esto es así, pero sería conveniente cambiar de punto de vista: no es que los malos alumnos se radicalicen, sino que los alumnos de expediente impoluto han logrado las altas calificaciones debido a su capacidad de sometimiento a la ideología dominante. Y esto funciona así incluso en la Universidad. No hace falta pensar ni aprender ni tener interés por lo que se estudia; basta con desarrollar ciertas habilidades, cuya eficiencia permita al alumno optar por la mejor nota:Obtengo muchísimas matrículas de honor, pero soy un ser profundamente estúpido. Aprendo sin interesarme por nada (…). No asumo mi imbecilidad y me entretengo con mi eficiencia y con mis habilidades. Tengo buena memoria; saco buenas notas (pág. 230).El alumno que se examina, como después el profesor que da una clase o una conferencia en París, es como un comerciante que vende una mercancía. Debe desarrollar unas estrategias para vender su producto al mejor postor:Soy una viajante de comercio que saca su muestrario y su mejor sonrisa delante de sus clientes. Es un juego dentro de otro juego: soy una mujer que juega a ser profesora que juega a que es una viajante de comercio que exhibe sus cremalleras y sus botones de nácar. Un tímido viajante de comercio que, ante la imperiosa necesidad de vender, cambia de carácter, sustituyendo la reserva por la indiscreción; la radicalidad por la mesura; el egoísmo por la filantropía; el sentimiento trágico por el sentido del humor (pág. 291).Así funciona el sistema capitalista. Y nadie puede escapar de él:Me compran la mercancía y vuelvo a casa, exhausta, jurándome que no lo voy a hacer nunca más. Pero tengo que hacerlo. Siempre tendré que hacerlo (pág. 291).
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