EL PENSAMIENTO MODELADO
Modelado, no me equivoco.El curso de los acontecimientos modela el pensar. Desarrollo la premisa definida como técnica escultórica, el modelado, y le doy una patina novelera con mentiras.¿Ubicado? ¿Situada? Empiezo:Llevaba mucho tiempo sin que me llamaran para dar una clase de historia.Llevaba seis generaciones enterrada en una tumba criogénica.No permití que me quemaran ni lo permito ahora que he resucitado transitoriamente.Me conservaron entera.Resurgí para explicar a un grupo de adolescentes un periodo concreto del pasado.Era una más de los cientos de recursos didácticos que debían asumir la misma tarea.Era un recurso didáctico de los llamados testigos momia. Debíamos poner voz al pasado dando la cara en ese presente. Entendí que en el futuro las vergüenzas no se acallarían ni con la muerte. El o la que la hizo, no se libraría de depurar responsabilidades, debería afrontarlas en tiempo venidero ante sus vivos.Me desenterraron, sí. ¿Cómo lo hicieron? No estaba allí para aclarar esta cuestión. Ahora debía narrar; limitarme a relatar la visión subjetiva de mi momento histórico. Someterme a la emoción la evocación del recuerdo.Como fósil Lazarillo me presentaron, ciencia ficción en mi época, una peliculera que cobró vida. Sin duda, el mundo no se había acabado, estaba en el futuro: seis generaciones posteriores, tanto la ciencia como la tecnología habían evolucionado y el grupo de personas vivitas era real. Yo no, pero sentía. Las emociones, el pulso eléctrico neuronal , lograron preservarlo de la muerte y pervivió junto con la sensación de identidad propia, lo corpóreo. ¿Cómo lo hicieron? No lo sé.
—Buenos días, —inicié la búsqueda del diálogo ante los jóvenes que me debía. Niños y niñas saludables y limpios, y con muchas ganas de reír, formaban un grupo representativo de todas las culturas del planeta Tierra. Mostraron un natural curioso hacia mi persona y mucho cariño y respeto entre ellos. Me satisfizo observarles—: Ustedes dirán —añadí.Sucedió lo típico: murmullos, recolocaciones de individuos con el anexo habitual, estridentes ruidos originados por la falta de cuidado al desplazar la silla, cruces de miradas cómplices, trasiegos de objetos con risitas contenidas... Sí, eran jóvenes y focalizaban su atención en otros menesteres. Me alegró comprobar que la frescura del ser humano se conservaba. Reiteré la estrategia de épocas pasadas, dar tiempo al tiempo, e hice un bis: —Buenos días. Ustedes dirán. De entre ellos, se levantó una chavalita con coletas y tez descolorida que leyó un relato (El número 23 de la calle Trueque). Al terminar, me preguntó:
—¿Cómo lo supo? —Bajó la mirada para pulsar un botón y la pregunta que acababa de expresar apareció escrita en el muro que me separaba del habitáculo donde se reunían. La chica añadió otra pregunta—: ¿Por qué el grado de estupidez humana llegó a ser supremo y los primeros años del siglo XXI fueron caóticos? —Bajó la mirada para pulsar de nuevo el botón y la segunda pregunta apareció también escrita en el delimitador—.
Se sucedieron las frases interrogativas palpitantes y escritas en el mismo muro, numeradas y surgidas de distintas bocas sonrientes. Los chavalillos y chavalillas me preguntaban con expresiones de mofa. Las generaciones venideras se reían a culo remangado de mi generación, de mí, de la historia, debido a nuestra grosa y grasa estupidez. Cada pregunta me ardía. Reviví la indignación de aquellos años, la impotencia, las caras de ira, la miseria, la violencia, el sufrimiento y mi propia muerte. Hice uso de mi turno de palabra. En cualquier momento podía haber intervenido, pero la sensación de ser un dinosaurio extinto o un animal salvaje encerrado en zoológico embargó mis ganas de participar.Pese a las personas que logramos encontrar las peores maneras, la humanidad encontró respuestas. Mi interpretación se estaba modelando con las risas contagiosas del grupo que bromeaban tras la lectura de las estupideces que mi voz escribía en el muro. Puestos los hechos en el futuro por estos divinos insolentes, el pasado en el presente se reconoció como un esperpento. Éramos el recordatorio del camino cruel que recorre lo bobo. El tema del día también estaba rotulado:
LOS COPARTICIPES, los nutridos por el consumo caníbal.
La batería de preguntas exigían respuestas. Todas se iniciaban con un¿cómo fue posible que..., si...?
Su contenido era tan ingenuo, que puesto en taxonomía del desarrollo mental humano, en cualquiera de las teorías del final del siglo XX y principios del XXI, un infante con edad de nueve años era capaz de encontrar solución coherente.
Llevaban corolario: una fórmula simple, directa, clara y mejorada de un principio humano, uno cualquiera de los derechos humanos.Llevaban coletilla: las risitas merecidas.
Muchas me llamaron la atención. Usted puede imaginarlas. Se palpan las barbaridades en las calles del actual presente. Muchas personas como yo pasamos vergüenza al deber responderlas.Hice uso de mi turno de palabra y...Continuará...
Texto colgado en bitácora literaria el 1 de junio de 2010
Lo continuo hoy, 18 de mayo de 2012
cortinas de vanidades que dan pena.
Ante barrotes
(es) tupidos históricos
entraman reiterando los tejidos.
Hules de tul,
impermeables, satinados, inmaculados...
Libres de mancharse
resbalan migajas que alimentan al sur.
Hay ventanas cerradas inclementes.
Hay puertas trancadas mordientes.
Hay perros atados.
Hay ¡ay!
Verbo patológico,
demagogo... ¡Mentiras!
Dos mil seis años.
Dos mil seis años de historia de vida.
En el Norte el referente
y en el sur habitan los dolientes.
¡Qué torpe somos!
A la naturaleza le pido
salud en el pensar.
A los humanos ruego...
¿Por dónde empiezo?
¡Qué ingenua!
Lo sé.
¡Qué tonta!
También.
curvatura con destino,
causa efectos, trayectoria,
movimiento relativo.
“Para vuelan” piedras bombas,
“para vuelan” sin sentido.
Parabólicas consensuadas,
¡Mataron a mi niño!
Para vuelos ya no estoy
ni quimeras ni más duelos.
Para guerras no hay motivos,
madres de luto, testigos.
Paremos ya tanta violencia
hablemos de los motivos.
Norte rico hinca diente
Sur insumiso desobediente.
Para qué tanto dinero,
lujo, ocio y confort.
Niños muertos, cementerios
por guerras de ambición.
Una piedra “pa-ra-bo-la”
curvatura con destino,
causa efectos, trayectoria,
movimiento relativo.
“Parabola” piedras bombas
¡Mataron a mi niño!
pero mi melena con estos vientos se seca...
Hablo pues.
No, mejor escribo y digo lo que no debo decir.
Siempre es lo mismo:
me corto,
me reprimo,
me censuro,
me rasuro y la melena muerta
viene también a mi luto.
Diabla cordura que nada tiene que ver con la conciencia,
Si se dijera con soltura en los parlamentos sin ofender.
Es tan fácil percibir que hay quien padece…
Es tan fácil hasta decir... .
Si pudiera guardar silencio,
pero mi melena con estos vientos se seca
Y realmente poco sé.
Sé que la expresión libre está medida.
Que donde vayas di y haz según halles (haya, haberes bancarios)
y que lo que se calla es lo que se guerrea.
Produce muertos el económico silencio.
Se ahorran las justas palabras.
Se reparten las ofensas.
Se invierte en defensa
y de lo que hay que hablar siempre se aparta.
Mi melena al viento
se seca con estos silencios.